lunes, 23 de febrero de 2015

Seré breve. Existiré breve.

Estoy a punto de llorar sólo por no encontrar las palabras necesarias para permitir la empatía. ¿Quién demonios podría y querría ponerse en la piel de alguien como yo? Quiero ser permeable. He disminuido. Me he atenuado sin motivo. Quizá por ser constante con ciertas personas y atarme a cosas que no amo. Tengo la sensación de que, a estas alturas, escapar es una tarea imposible. Siento que nado en un fluido denso, más denso que cualquiera, y aún así se me exige un resultado que a duras penas alcanzo. Me estoy convirtiendo en mediocre por fuera. No cumplo ni siquiera aquellas empresas que desde hacía tiempo me ilusionaban. No me gusta mi cuerpo y mucho menos mi mente. Siento odio por la rutina, e ineludiblemente ocurre, como si no fuera mi responsabilidad hacer de ella un lugar más cómodo. Me siento atrapado en esta casa tan grande donde la soledad resuena en cada pared. No soy nadie. Estoy obligado a repetírmelo a mí mismo constantemente. La soledad resuena en cada pared de mi cabeza. 

Me reprimo. Inhalo. Exhalo. 

Me pregunto cuál es la diferencia con antes. Con los dieciséis, diecisiete. Me siento incluso peor, pero distinto. No quiero escribir. Tengo demasiadas cosas en la cabeza y la rutina. Y sin embargo, necesito que alguien me entienda más que nunca. Necesito que alguien que nunca me oyó me oiga. Necesito salir de aquí y destrozar la rutina de una maldita vez. Me fuerzo a escribir. Me pierdo. No sé si será una cosa de los esporádicos seudovicios que a mi vida acuden. Estoy describiendo cada estupidez que me planteo y aún así mis dedos no se retraen definitivamente. Hace tiempo que no leo. Hace tiempo que no progreso en nada. Hace tiempo que no conozco a nadie nuevo e interesante. Vuelvo a ser transparente y los demás vuelven a ser transparentes. Tengo que creerme mis críticas. 

Ex-algo. Ex-alguien

No hay comentarios:

Publicar un comentario