lunes, 20 de abril de 2015

Basura comercial.

Siempre estoy poniendo excusas. Parece que en mi cabeza todo está meticulosamente maquinado para ordenar el universo a mi antojo, hacer que todo encaje, incluso a presión. Quizá no sepa interpretar el universo. Me preocupa mucho defender la verdad, y tengo la sensación de que es un concepto de significado demasiado grande para contenerlo y comprenderlo. Quiero ser sincero y evitar la realidad adulterada que parece que todos perciben. Constantemente he intentado dejar de negar la realidad en mi favor, pero es una tarea demasiado difícil.

He conseguido resultados adversos. También tengo la sensación de que el mundo es cruel. Soy un crío asqueroso. Leo mi paupérrima prosa y aún me sigo esforzando por aumentar significativamente mi contribución a la mediocridad del universo. Me contagio demasiado rápido de esta mediocridad y mi capacidad para contrarrestarlo se ve mermada ante tanto trabajo. Estoy empezando a aceptar las normas de los demás, dejando que sus comportamientos predominen. Y cuando no quiero aceptarlos, me escondo, me alejo hasta donde sea posible e ignoro la existencia de todo aquello. Quizá eso sea lo más grande que he perdido durante estos últimos años, mi creencia en mi propia fuerza. Tampoco creo que fuera grande. Aun así, hay una particular vehemencia en mis palabras. Doy verdadero asco esforzándome tanto. 

Me duele escribir de una forma tan artificial como ésta. Tan estúpida y solitaria. No escribo para nadie, ni siquiera para un lector imaginario, y eso me entristece. Hace ya tiempo que nadie me visita. Ya ni creo que a nadie pueda interesarle lo que yo diga, piense o sienta. Me siento como un fuego reducido, todo mi ser fue algo mucho más intenso que lo que ahora es. Y se suponía que yo venía a hablar de alguien en concreto, pero me parece que mis palabras están tan masticadas que tengo ganas de tragármelas. Me jode venir aquí a hablar de algo en concreto. Además, tengo tanta razón en mi culpa como culpa creo tener. Nadie se merece que hable de lo que yo no sé interpretar de ellos. Nadie se merece que yo divida mi culpa y la comparta sin permiso. 

Ella no se lo merece. Desde luego fui yo quien se sumergió en ese universo contiguo que forman las palabras y los gestos y sacó de él lo que más deseaba tener. Por desgracia, no puedo traerme aquí nada de ese lugar intangible. Debería ser más consciente de que soy un peligro hacia la verdad que tanto quiero, un peligro para ella, y mucho más para mí mismo. Quizá sólo sea porque deseo demasiado fuertemente salir de este agujero, de esta constante desorientación, de este hundimiento en el que parece que nunca tocaré fondo. Quizá sea cuando toque fondo cuando realmente pueda solucionarlo todo de una vez por todas, quizá cuando toque fondo tomaré la decisión que he decidido aplazar durante tanto tiempo. Incluso me siento extrañamente seguro de estar en el punto en que me encuentro. 

Quizá mis ideas se hayan aclarado tras la monotonía de la constante decepción a la que he estado sometido. 

Decepción sobre todo de mí mismo.

1 comentario: