jueves, 28 de noviembre de 2013

Protoexistencia.

Me siento terriblemente asustado, es por eso que escribo. Tengo, puede que por primera vez, certeza en lo que siento. Me he dado cuenta de que he llegado a un punto en el que poner buena cara es contraproducente; lo que, según decían y yo creía, iba a ser mi único alivio está siendo el germen de una nueva enfermedad. No quiero excusarme. Me siento ligeramente más solo cada vez, y refugiarme en las cosas estables a veces es ligeramente inestable, puesto que mantenerlas estables depende de mi estado de ánimo. No puedo seguir apartando la mirada cuando las cosas me incomodan o no me gustan. Creo que soy suficientemente racional como para saber cuándo me incomodo por capricho y cuándo realmente estoy en mi derecho. Sin embargo, llevo tanto tiempo creyendo que el capricho es lo único que hay en mí que, tratando de evitarlo, me he perdido el respeto. Es normal que no me guste cuando me miro, entonces. Es normal que crea que nadie quiere hablar conmigo cuando yo lo decida. Más concretamente, es normal que no busque el cambio de mi rutina. 

Cuando vengo a este lugar es sólo para hablar de mí. Durante un tiempo he creído que no lo merecía tampoco, pero hoy es mi única vía de escape de esta realidad tan poco satisfactoria. Insisto, me siento solo. Vivir supone a veces una enorme responsabilidad para alguien como yo, y por consiguiente, una carga. No quiero irme, de todos modos. Lo que realmente me entristece es la injusticia y la soledad. Cada vez que compruebo que hay tantos a quienes les va tan bién y aún quieren más, me frustro. Tengo la sensación de que nadie nunca se fija en mí, y mucho menos en lo que realmente soy. Soy una de las personas más vulnerables que quizás conozcáis, además de un ser inválido incapaz de expresar lo que siente con claridad. Creo que me estoy enamorando de la humanidad, y eso es lo que me hace más vulnerable. No quiero verla sufrir, y por ello a lo mejor preferiría estar siempre encerrado entre cuatro paredes sin una sola ventana. Tengo ganas de acurrucarme en la cama y dejar que pase el tiempo hasta que todo acabe.

Pero lo que realmente quiero, y quiero tanto que lo necesito, es conocer a alguien que me demuestre que tiene sentimientos de verdad, como los que muchos proclaman tener y rara vez dejan constancia de ellos en el papel. Renunciaría a todo lo que tengo pero encontrar a esa persona.