Me encantaría dedicarme a la soledad, dedicar más tiempo a pensar y al mismo tiempo dejar hacerlo. Por desgracia, jamás habrá nadie que pueda decirme lo que está bien, y esa es para mí la mayor incertidumbre.
Odio las dudas y los quizás, una maldita desgracia que al parecer conozco desde hace tiempo y por desgracia no se me ocurrió apreciar hasta ahora. Maldigo la realidad. Las cosas no pueden ser simples. Si fueran simples, me resultarían más complicadas. Necesito explicaciones.
Añoro esos tiempos en los que escribía más y escribía por necesidad. Ahora me estoy obligando y solo puedo sentirme avergonzado. Una pena que tampoco tenga medios para expresar mi odio en su plenitud, como no tengo medios para muchas otras cosas. En el fondo me da igual, por desgracia.